ENCATDENADO (Publicado en Diario de Cádiz)

Altafulla, tram 253

UN catalán a cada lado y enfrente un mojón. Cada catalán, a su vez, cogido al contiguo a ambos lados de mis manos. Cada mojón da la réplica a otro mojón, a ambos lados, a un kilómetro de distancia. Muchos catalanes llevan sobre la cabeza un gorro rojo característico. Cada mojón está coronado por la característica pintura roja sobre su redondeada terminación superior, indicándonos que se trataba de una carretera nacional. Los gorros de los catalanes tiene un rojo vivo e intenso. El rojo de los mojones apenas se ve ya, abandonados hace décadas desde que los sustituyeron por señalización vertical y reflectante. Altafulla, Tarragona, km. 1173 de la N-340. A mi derecha, Cádiz a 1.173 km decrecientes. A mi izquierda, el km 1.174 y el futuro de Cataluña en sentido creciente. 

Lo más extraño de esta inmensa cadena humana es que, desde tu pequeño tramo, no acababas de sentir que formabas parte de algo grande, como en la manifestación del 2012. Ignoro cómo se desarrolló en otros tramos. Dice el Ministro del Interior que se quemaron banderas de España, ¿antes o después de que los de Fuerza Nueva nos "regalaran" en Blanquerna las escenas más inquietantes que he visto desde que la kale borroka era habitual? "Terrorismo de baja intensidad" lo llamaban entonces. Por lo que conozco a este pueblo, estoy seguro de que la tónica general fue la que ya he visto en otras ocasiones en las que los catalanes deciden unirse para reclamar algo importante para esta tierra: una mezcla de ambiente familiar y festivo sin excesos. Una celebración del hecho reivindicado, compartiéndolo con amigos y paisanos de manera organizada, cívica y muy tranquila. Ni una litrona vi. Mucha gente tomando helados en las terrazas del pueblo antes de ponernos en línea a partir de las 16:00. Ni chillidos, ni insultos, ni escarnio ni drama. Gente organizada y tranquila. Sonrisas, bromas cómplices sobre el helicóptero que Intereconomía había fletado para buscar huecos en la cadena por la Independencia. Aplausos, emoción contenida y esperanza. Y luego, todos a casa. Así lo hacen los catalanes. Como tantas cosas en la vida, cuando la cosa se pone seria lo esencial es no perder de vista el norte, el objetivo. Y marchar decidido y tranquilo hacia él. Kilómetro a kilómetro, pese a los muchos mojones que tenga el camino.

Sobre un mojón de la N-340

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gracias por leerme.
Javier

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