JORDI Y VALENTÍN (Publicado en Diario de Cádiz)




UNA fría mañana de febrero llegué a Igualada a trabajar. Yo hacía escaparates, campaña de San Valentín en una selecta joyería de tota la vida de esa ciudad catalana de interior. Me presenté en mi notable catalán a la típica señora bien de por esas zonas: educada, pero de trato forzado y distante. Ni sospechó que yo era gaditano porque, "en plan confi", me soltó: "en esta casa hacemos este escaparate más que nada para los andaluces que viven aquí, para nosotros (los catalanes) el día de los enamorados es Sant Jordi". Imagínense la cara de la señora cuando le dije con una sonrisa que yo era de Cádiz y que le agradecía lo que me explicaba porque me ayudaba en mi proceso de "integración". 


El pasado San Valentín, en un vagón de metro de los que conectan el centro con la zona pija de Barcelona, había un chico muy joven, nervioso y contrariado. Era divertido, ya que incluso farfullaba para sí, como un viejo cascarrabias. No veía la hora de que el tren arrancase. Encima, el tren se detiene en medio de la negrura del túnel. Como buscando un apoyo y un desahogo, se dirige a mí, en castellano: "y ahora va y se para". Un catalán medio de 36 años de los que toma esta línea lo habría ignorado. Pero como ni soy medio ni catalán, le he preguntado por los motivos de su desazón. Y me dice que era de Hospitalet, que ha quedado con una chica de más arriba por San Valentín y llega muy tarde. A mí se me puso una sonrisa que llegaba de Algeciras a Estambul y le he dicho que comprase dos piruletas con forma de corazón para disculparse, una para ella y otra para él y que brindaran con ellas. Le dije que en Cádiz tenemos tiendas de "chuches" por todas partes, yo pensando que se iba a encontrar una "Barraca" nada más salir del metro. Él reía y me preguntó que por qué decíamos "picha". 




Pensé en la señora de la joyería de Igualada, quizá la catalanita estaba tan enamorada del charneguito que no podía esperar a Sant Jordi para confesarle su amor. Como en la novela de Juan Marsé, éste iba al encuentro a su niñita de la zona alta. Cataluña  no es España ni para los enamorados. Y dejo volar mi mente pensando en esta historia de amor sin fin protagonizada por este chico y esta chica, por Valentín y por Jordi, por andaluces y catalanes.

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Javier





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