EL TEMA MADRID (Publicado en Diario de Cádiz)

Como por el momento sigue siendo una quimera hablar de Cataluña sin hablar de Madrid, aquí va esta ironía catalano-madrileña que publiqué en Diario de Cádiz tras la primera victoria de Mas. 

El flamante y convergente presidente, esbozaba en enero de 2011 las medidas prioritarias de su proyecto para afrontar la crisis. Concluyó su exposición diciendo que, aparte de los puntos mencionados, preparaba una agenda específica para "todo aquello que podríamos llamar el tema Madrid"

"El tema Madrid"... A nivel político, en Cataluña, Madrid es un constructo conceptual perfectamente definido, cuyo contenido se entiende con solo mencionarlo: Se trata de intentar sacar adelante proyectos de interés para Cataluña que se consiguen en la capital, en el Madrid físico y geográfico (municipio capital del Estado y de la Comunidad Autónoma del mismo nombre, en la meseta sur a  650,70 metros de altitud sobre el nivel medio del Mar Meditarráneo en Alicante). Lo que me fascina es que no hace falta concretar nada para que la música suene bien. Se puede echar la culpa a "Madrid" de cientos de problemas y siempre quedas bien sin necesidad de argumentar mucho más. Madrid, en boca de los pastores políticos catalanes, acaba perdiendo su concreción urbana y humana, convirtiéndose en una especie de abstracto pajarraco destartalado que sobrevuela Cataluña, siempre a punto de cagarse sobre ella. Y aunque nunca toma tierra en suelo catalán, no deja al rebaño relajarse y pacer a gusto. 


Tengo miedo de despertar un día y ver aparecer tras la montaña del Tibidabo algo monstruoso y gigante, que avanza a paso lento, destructor y pesado hacia Barcelona, algo así como Hulk-La Masa. El pánico cunde en las calles de la ciudad al observar como de una manotazo tira la Iglesia del Tibidabo,   descuajaringa el Parque de atracciones y con una pisada acaba con el Observatori Fabra. Los pijos de la zona alta huyen cuesta abajo aterrorizados aventurándose sin pensarlo en zonas para ellos desconocidas de la ciudad. Con los pijippies de Gràcia (que rescatan raudos las esteladas de  sus balcones y se las ponen de capa antes de iniciar la huida), atraviesan el cuadriculado Eixample. Regueros de población descienden hacia el mar. Cuando la marabunta aterrada colapsa la Plaza de Cataluña, Hulk-La Masa-Madrid ya baja por el Paseo de Gracia. El muy bruto se ha cargado todas las casas modernistas de Gaudí... "Ya puestos, podía haber bajado por Marina y cargarse el esperpento de la Sagrada Família", comenta un arquitecto de l'Eixample vestido de negro y con gafas de pasta a su mujer, propietaria de una tienda "outlet" en la Roca Village. No hay tiempo para contemplaciones cuando la bestia ya se ha cargado la fuente del cruce de Paseo de Gracia con Gran Vía, esto va en serio, ¡hay que seguir bajando al infecto Casco Antiguo! Se desparraman todos por Ciutat Vella y se funden con los inmigrantes, los erasmus, los turistas, las viejas, los polis y las putas. Toda Barcelona se agolpa por fin junto a la playa de la Barceloneta, suplicando clemencia al monstruo algunos, o lanzándose al Mediterráneo despavoridamente otros muchos. Es dramático ver cómo miles de barceloneses de Sarrià-Sant Gervasi, que siempre habían presumido de no haberse bañado nunca en las repugantes playas de la ciudad se ven obligados a lanzarse al mar, entre compresas, condones y flyers de las Discos del Port Olímpic: "¿Para dónde hay que nadar para llegar a Menorca tiaaa por Diosss? ¡qué asco de agua!" La gente llorando, gritando, algunos cantando "quédate en Madrid" de Mecano para intentar calmar al monstruo… y que se vaya.

¡Es Madrid! ¡El constructo madrileño creado por la política catalana que sobrevuela Barcelona se ha materializado y se ha cabreado! Está harto de que no le dejen a él estar allí tranquilo en medio de su meseta a 650,70 metros de altitud sobre el nivel medio del Mar Meditarráneo en Alicante. "Grrrrr", ruge Madrid cuando todos los barceloneses temen lo peor, la destrucción final, una especie de tsunami a la inversa, provocado desde tierra adentro. España por fin liberada de los molestos catalanes, expulsados como los moros y los judíos de Al-Andalus al mar, desde Madrid. Pero, de repente la bestia parece mirar hacia algo que llama su atención. El Monstruo tiene una debilidad y ha acabado por bajar hasta el lugar más indicado para que la Barcelona post-olímpica y que ya no-vive-de-espaldas-al-mar, le dé en su taloncito de Aquiles. 

Al final, como todo buen madrileño, Hulk-Madrid se rinde ante la posibilidad de una buena paella playera en la terracita del Salamanca. Se sienta, se pide su arrocito y todo vuelve a la normalidad. Su aspecto se torna tan afable que cuando va por los postres (crema catalana se ha pedido el tío), lo aborda una chica muy mona de familia bien. Aún mojada tras el chapuzón y con la cara desencajada por el susto y por verse en una zona de la ciudad que nunca pensó pisar, le pregunta, con ese acento tan característico: "Pardona, a on s'agafa al farrocarril per anar a Raina Alisenda". 

Hulk la mira y le responde con ironía: "Mira guapa, es que yo no soy de aquí".

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si vols llegir sobres coses dolentes que ens arriben des de Madrid:

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gracias por leerme.
Javier




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