FELIZ 2013, CATALUÑA (Igarturrubina en vena)


Lo he intentado, que conste en acta y vaya por descontado. Después de este año de proceso personal hacia el convencimiento de que en Cataluña nos convendría deshacernos de España, he intentado tomar las uvas con TV3, en directo desde Ripoll.
Al final he claudicado y las he visto en la Primera y escribo la siguiente reflexión festivo-independentista para resarcir a mi parte catalana herida ante tal traición…

He vuelto hace poco de pasar los días de Navidad en Málaga y Cádiz con la familia y amigos y hasta me ha dado tiempo de ir a Sevilla un día a visitar a una amiga muy querida. Total, que he regresado con las pilas cargadas y me he autocontagiado de “andalusitis”. El día que pasé en Sevilla fue espectacular, un estallido de luz, vida y tapeo en la calle. Estas calles que son en sí mismas un escenario teatral fabuloso. I la gente, los sevillanos que se visten con primor y con clase aunque nada más sea para bajar a una plaza a tomarse una cerveza con los amigos. “Señorío”, como dicen ellos. Qué goce, de verdad, qué ambientazo.

En Barcelona hay mucha gente por la Rambla, Plaza Cataluña y las calles comerciales de Ciutat Vella, pero no es exactamente lo mismo. Se trata de una mezcla extraña de guiris y de gente de compras y la realidad es que no encuentro que uno asista a una especie de celebración colectiva del simple hecho de ser sevillano y vivir en una ciudad como Sevilla. De hecho, en Barcelona difícilmente se escucha hablar catalán por la calle en esta zona y hace ya años que tengo la impresión que los guiris celebran mucho estar en Barcelona que los propios barceloneses… “de toda la vida”. Un paseo de fin de semana por cualquiera de las zonas libres de guiris de la ciudad, corrobora este punto. Vaya, tampoco he descubierto nada nuevo, a los barceloneses no les gusta ir de tapas por el centro, es un hecho. Intento solo enfrentar el ambiente de una ciudad y otra para intentar hacer comprender el sensacional estado de “andalusitis” en fase aguda que traía yo en mi cuerpo al volver a casa, a Cataluña.

Pese a esta enfermedad crónica de la que no me curaré (para otras –itis hay solución, para  la “andalusitis”, no), quise reconectar con el sentimiento independentista que ha nacido en mí el ya pasado 2012 mirando las campanadas en TV3. Me parecía una manera perfecta de cerrar este círculo mío con Cataluña ahora que hace diez años que llegué aquí tras mi época de estudiante en Madrid. Me independizaría pues de Anne Igartuburu, rompería con el centralismo de Madrid mientras sentía repicar las campanas desde otro lugar ¡de Cataluña!

A pocos minutos de las doce, estábamos preparados con las uvas pero… No sé que me dio, había algo que me faltaba… No sé… ¡Ay! ¡qué nervios! Mi mano quería pulsar el mando a distancia: “¡No, Javi que la cagarás!” Y allí seguían los presentadores de TV3 en directo desde Ripoll junto con unos populares imitadores de Maruja Torres y Pere Gimferrer. En un momento dado, la Torres hizo una broma si sobre si el otro le tocaba o le dejaba de tocar el culo… y… yo… No me pude controlar.

Cambié de canal.




TVE1, por supuesto, no había tiempo para hacer zapping. Quería lo más seguro, instintivamente necesitaba Igarturrubina en vena. De hecho, enganché el momento en el que baja la bola dorada: “clin-clin-clin-clin”. ¡Cielos! Enseguida sentí lo que echaba de menos: esta bola dorada, tan brillante y glamourosa (recuerdos de cuando encontraba algo de mágico al cambio de año), el tintineo al bajar… Supongo que se trataba de una cuestión de familiaridad y pertenencia que rápidamente recuperé conectando con la Puerta del Sol y no con Ripoll.

Pertenencias: el paseo por el centro de Sevilla contrapuesto al ambiente del centro de Barcelona. Lo que llevas en el corazón y la sangre y lo que has ido digiriendo dentro de ti con no pocos conflictos internos, debates y razonamientos encontrados. No pudo ser por el momento. Quizá pronto en Cataluña miraremos TVE1 “de contrabando” como el jamón de Jabugo que pedía Alicia Sánchez-Camacho en el genial gag del Polònia sobre una Cataluña independiente en 2016. Entonces ya no me quedaría más remedio que ver las campanadas en Ripoll o cualquier otro lugar de mi nuevo país, Cataluña. Ojalá.

Feliz 2013, Cataluña. Y contigo, para mí también, para todos los que somos nosotros mismos aquí, sin importar nuestra pertenencia primera porque contigo hemos podido desarrollar una nueva: tapas en Sevilla, campanadas en Ripoll, TVE1, Anne Igartuburu, TV3, cava, uvas, Puerta del Sol, guiris, Cádiz, Málaga, el tió, el Polònia, in, inde, independencia!

Todo ello forma parte de un nuevo catalán andaluz e independentista hecho a fuego lento al calor de tu abrazo. Aquí he amado, he sido amado, he sufrido, he disfrutado, he enfermado y me he recuperado, he aprendido sobre los demás y sobre mí mismo, he trabajado, me han echado y he vuelto a encontrar trabajo. He querido irme y he regresado. Seguramente habría vivido muchas de estas cosas allí donde hubiese pasado estos diez años, no deja de ser el transcurso de la vida. Pero creo que sobre todo he tomando una visión crítica y externa de un país como España en el que la falta de sentido crítico y de saber mirar lo que hay fuera se encuentran entre sus principales carencias.

Me da pena a veces mirarme dentro y ver que has desconectado por completo de tu parte “española”. Pero puede quizá gracias a todo lo que he vivido, escuchado, debatido y aprendido aquí me he dado cuenta de que “lo español” no puede ser en sí mismo si no se hace primero respetando y después sumando sus diversidades. Y como parece que los que se llaman a sí mismo españoles con la boca bien llena no están por esa labor, yo no me incluyo en ese grupo. Ahora veo que soy andaluz y catalán a partes diversas y fluctuantes pero totalmente compatibles en mi interior. Y en el interior de esta sociedad tan diversa como mostraron las urnas el 25N.

Feliz, 2013 Cataluña, ¡celebro haber pasado estos diez años contigo!

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