ODIO BARCELONA (publicado en Diario de Cádiz)


Leí el libro del mismo título de Melusina, pero la revelación ha llegado hoy. He sentido lo peor de Barcelona en mis propias carnes gaditanas.

Día radiante, brisa marinera. Tenía que ir a tres sitios diferentes. Adelante, cojo mi bici en la estación de bicis que hay en la plaza del mercado, el centro del barrio. Qué bien pensado todo, qué asco de verdad. Por el fabuloso carril bici independiente de Paseo de Sant Joan, con el solecito en mi espalda y bajo las palmeras. Repugnante. He dejado la bici en otra estación y a hacer mis cositas. Gente bien vestida, ejecutivos, repartidores de mensajería, suramericanas paseando viejetes catalanes de pelas en silla de ruedas, adolescentes de uniforme en el descanso del col.legi privat… Ambiente de día laborable en una zona acomodada del centro. Gente educada y correcta haciendo sus cositas también. Para vomitar.

Ante mi, a la hora para comer, un restaurante japonés sencillo y bien puesto a la vez, enfocado a la gente que está trabajando por la zona, para el menú de día. El camarero argentino me ha servido en catalán comida japonesa.  Mezcla de culturas, con simpatía y naturalidad. Una desfachatez, vaya. Mucha gente en Cádiz habría considerado todo esto muy “pijo”, pero el menú me ha costado solo 9,90 y los clientes eran trabajadores de oficinas. Quizá el drama es que eso se considere “pijo” en nuestra ciudad. Tras el sushi, de nuevo en bici y en mi siguiente destino,  el ascensor panorámico me ha permitido deslumbrarme con los rascacielos de cristal, el solazo y el mar al fondo. Qué ganas de tirarme al vacío del mal cuerpo que se me estaba poniendo. Tercera bici, a lo largo del paseo marítimo como si fuese desde Puerta Tierra hasta Cádiz, con el mar a mi izquierda y la Barceloneta / La Viña al final. Gente haciendo footing, turistas en terrazas con unas caras de no creérselo del gusto que sentían. Yo creo que empezaba a flotar sobre la bici porque por poco me estampo en una paella de lo imbuido que pedaleaba. Qué mal sabor debo de dar en crudo a una paella. Qué bonito día. El enorme bienestar que sentía al volver al barrio ha sido clarificador: comprendo a todos los odian Barcelona, incluso sin haberla pisado nunca. A ellos les dedico estas líneas de hoy. Yo, hoy, también odio Barcelona… de lo maravillosa que puede ser un soleado día cualquiera

http://www.diariodecadiz.es/article/opinion/1001446/odio/barcelona.html.


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gracias por leerme.
Javier

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