LA TIERRA Y LA GENTE CATALANA (Diversidad y diversión)
LA TIERRA Y LA GENTE CATALANA
Buscando diversión en la diversidad.
La Tordera, límit sud de Catalunya segons un amic de Girona |
Es una verdad como la copa de un
pino que pretender uniformizar España y presentarla de una manera mínimamente
homogénea es sólo posible aceptando esta falacia como dogma de fe.
A menudo me rompo la cabeza
pensando si en el caso de una Cataluña independiente sería más sencillo...
Olvidemos el jolgorio y la euforia más o menos compartida y el subidón
identitario que seguiría a la obtención del status de Estado independiente.
Luego tendríamos que dejar de usar a España para reírnos en TV3 (no
empezaríamos bien generando conflictos internacionales con nuestro país
“vecino”) y tendríamos que empezar también a profundizar en nosotros mismo como
sociedad de cara a la configuración del nuevo Estado. Y entonces me relamo
repasando las notables diferencias que veo yo en mis constantes viajes por
Cataluña. Desde luego que el idioma es el mismo, pero también los es el de un
andaluz y un asturiano y ningún catalán diría que son sociedades uniformes. Un
conocido de Gerona decía de coña (de coña, pero siempre que podía lo dejaba
caer picarón):
- Para mi, Cataluña se acaba en
la Tordera.
- Ja, ja, ja ¿qué dices, Ricard?
– siempre que lo soltaba me hacía reír – Y entonces, Barcelona, ¿qué es?
- Castilla – respondía sin un
mínimo de expresividad, lo cual hacía la respuesta aún más cómica.
- ¡Ja, ja, Barcelona es Castilla!
– Cada vez me respondía lo mismo y siempre me divertía igual - ¿Y las tierras
del Ebro?
- África – sin inmutarse. Preferí nunca preguntarle qué era para él Andalucía, no fuese que acabásemos peleados.
Sería un buen gag para el Polònia
este, uno de Olot le dice a uno de Amposta que aquello le parece África con esa
especie de superioridad catalana que parece otorgar el ser de Gerona. Los del
norte de Portugal dicen jocosos a menudo que el Algarve no es Portugal. Pobres
sures, siempre tan desdeñados pero con esa luz tan maravillosa. Ya quisieran en
Olot tener la luz de Amposta. Ya quisiera Barcelona tener la luz y las playas
de Cádiz.
Me llamó la atención sobre “V”,
de entre la ingente cantidad de información redundante sobre la logística y la
excelente organización de los catalanes, el hecho de que los de Lérida habían
venido mayormente en vehículo privado mientras que cuando aparecían los
gerundenses todo eran autobuses alquilados, colectivismo y gastos compartidos. Un detalle
nimio o no, ya que también me parece, como a mis una vez amigos de Lleida, lo Ferran, lo Jaume y lo Enric, que cuando paso la Panadella,
empieza otro mundo. Si los catalanes son más “europeos” que los españoles, los
gerundenses lo son aún más que los leridenses. De todas formas, el pueblo
ibérico más europeo es sin duda el portugués: Comen a la 1, cenan a las 8 y
hablan infinita y afortunadamente más bajo y suave que la mayoría de catalanes,
sean de donde sean. Los de Tarragona, pues ahí ahí... Venían en tren sobre
todo. Aprovechando para despotricar contra la Renfe. Y con razón, que conste.
Barcelona tiene de catalana lo que esta de monja |
Quitando Barcelona (por su falta
de catalanidad y sin visos de recuperarla entre los nacimientos masivos de
chinos y las invasiones de turistas hasta en Horta o Les Corts ) y su área
metropolitana de esta disertación absolutamente subjetiva y en absoluto
científica, yo detecto, así, grosso modo,
como cuatro“ambientillus” en
Cataluña. Para que me entiendan mejor, les daré la definición absolutamente
alocada y en absoluto antropológica de “ambientillu”.
AMBIENTILLU: “conjunción de
factores humanos, paisajísticos, urbanísticos (o sea, lo que veo conduciendo y
cuando me paso unos días paseando y charloteando con la gente) que otorgan una
cierta continuidad entre diversos territorios sea cual sea su adscripción
administrativa oficial.
Los Ambientillus Catalanes
1
Ambientillu
Cataluña High Class:
Aunque cueste de ver, es una esquixada de bacalao |
Claramente
formado Girona y la provincia de Barcelona hasta Vilafranca del Penedès por el
interior y hasta el Maresme por la costa. Para que a Ricard el de Girona no le
dé un soponcio, puntualizo que el Vallès Occidental va incluido en la zona metropolitana
de Barcelona y no cuenta por tanto en esta clasificación. Él puede seguir
considerando Castilla lugares como Rubí o Badía del Vallès. Y con razón, ahí no habla catalán ni el tato. Baix Llobregat
también es Castilla, sobre todo la playa de Kastefa un domingo de julio o
agosto. Haremos una excepción, la del centro de Sabadell que, como todos
sabemos, tiene un exclusivo ambientillu,
equiparable al de Girona o a la calle Gran de Gràcia. También detecto este Ambientillu high class en el Pirineo
leridano. Pero, ojo, sacaremos al Valle de Arán para que no les dé un soponcio
a los araneses. Muchos se consideran araneses y españoles (¡upsss!). A lo largo de estas comarcas del Bages, Osona, Ripollès, la
Selva, Vallès Oriental o Empordà puedes sentir la quintaesencia de lo que se
nos presenta como la Cataluña primigenia. Es todo tan histórico y tan profundo
y tan auténtico que las masías se reconvierten en restaurantes de cocina de
diseño para que los ignorantes barceloneses (“pixapins”, los llaman por estos
lares místicos que rezuman catalanidad) se atrevan a entrar entre sus muros y
sentir de cerca la historia comiendo en platos cuadrados entre sus muros de
piedra del S.XII. En la Cataluña High
Class todo tiene que estar muy arraigado en la identidad y lo más profundo
del “ser” catalán. Hace poco la directora de la nueva biblioteca de Gerona,
Lourdes Reyes, decía que los cinco ejes principales de especialización eran los
pilares básicos de la identidad de la ciudad, aquello que cualquier gerundense habría elegido como iconos identitarios de su
ciudad, a saber: la propia ciudad de Girona, la cultura judía, las artes
escénicas, la gastronomía y... ¡La salud mental! Supongo que es por aquello de
que los del Ampurdán están sonados por la Tramuntana. Y lo de la gastronomía
digo yo que por el Celler de Can Roca y el Bulli, y por la cantidad de
barceloneses que van por allí a comer. Para tratarse de iconos básicos de
identidad histórica gerundense, ignoraba yo que la comida de Girona fuese tan
reputada antes de los años noventa del S.XX. Girona fue fundada en el 77 a .C. Es todo muy macu, muy moderno, muy europeo, muy... predecible.
2
Ambientillu
Cataluña mediterránea:
El paisaje y la gente se abren hacia Tarragona |
Por la costa
comienza en Sitges y ya no para hasta Alcanar o incluso hasta Benidorm. Por el
interior va paralelo a la costa y abarca todas las comarcas de Tarragona. Dudo sobre la Terra Alta, no he pasado casi por allí y creo que podría encajar en el siguiente ambientillu.
El viajado lector dispondrá. Esta es mi Cataluña favorita, es muy verde y
luminosa, es un paraíso mediterráneo de viñas, olivos, algarrobos, pinares,
chimeneas de petroquímicas y montañas rusas endiabladas. Pronto, con casinos. Es
un goce para la vista, muy variada pero armónica a la vez. La armonía que le
otorgan la uniformidad de la luz, el paisaje variado y bello pero si estridencias y una cierta escala humana
extendida por casi todo el territorio. Está bien, hay de todo, de todo tiene
que haber en las viñas del Priorat. Hay playas, calas y playazas extrañas de
aguas enarenadas como las del Delta del Ebro. Hay ciudades de tamaños humanos y
pueblos reales de piedra de color claro que con el sol pasan de vainilla a naranja. Pero lo mejor de estos lugares es que no son una maqueta para domingos de pixapins, la gente vive y trabaja en ellos. La economía es muy diversificada. Es una zona dinámica y
vital, una especie de Comunitat Valenciana sin lo malo. Sin el PP y sin un urbanismo (tan) salvaje. El paisaje es más abierto y panorámico que en el ambientillu anterior y permite expandirse y ver más allá que en los valles pirenaicos o los bosques de encinas y alcornoques
de Gerona. Quizá con la gente pasa algo parecido...
3
Ambientillu
Cataluña salvaje:
Algerri, sitio perfecto para asustar pixapins |
En el sentido
más positivo: salvaje como auténtica, más apegada a la tierra y que vive casi
literalmente de la propia tierra. La encuentro enlazada con valores de un mundo
no tan contaminado por el mercantilismo extremo de la explotación turística a
cualquier precio que sufren algunas áreas del país de los otros dos ambientillus. La parte negativa es que
también se llega a veces a una salvaje dejadez, sobre todo cuando uno recorre
estas tierras que se corresponden con las grandes comarcas de regadío del
poniente y asiste a un urbanismo casi norteafricano, absolutamente
descontrolado y mal acabado, tan lejos de toda la pretensión de agradar y de
embellecer como hacen en las zonas que conforman el primer ambientillu. Si quieres aterrorizar a un pixapins acostumbrado a alternar la Cerdanya en invierno con el
Empordà en verano, llévatelo un fin de semana a Algerri. No podría creer que
estuviese en su Cataluña. Y entonces
dirán los de Algerri que cómo me atrevo, que ellos son tan catalanes como el
que más. Desde luego. Quizá la cuestión es que no se corresponde su ambientillu con la Cataluña que se
quiere proyectar al resto del universo: empalagosamente cívica, pretendidamente culta, políticamente correcta, refinada, gastronómica y enológica,
europea por imitación. Quizá es eso justamente lo que me mueve a escribir
estas líneas irónicas: la característica básica e irrenunciable de la Cataluña que casi conozco de cabo a rabo es su variedad y complejidad. Quiero reivindicar la diversidad de Cataluña y los catalanes ante tanta forzada "transversalidad" uniformizante. Y eso que estoy hablando solo de
paisajes, de masías, de ambientillus de paseo en coche... entremos en las casas
de Algerri y encontrémoslas llenas de magrebíes o senegaleses cuyos hijos
hablan catalán. Entremos en los apartamentos de techos de pizarra de Viella y
encontremos catalanísimos votantes del PP residentes en el centro de Badalona,
castellanohablantes y mejor no preguntarles qué piensan de los inmigrantes. Pese
al espanto urbano de muchos de estos pueblos leridanos, la inmensidad del
paisaje, la presencia lejana pero imponente de las montañas del Prepirineo en
el horizonte, la luz gigante (las puestas de sol de la Plana de lleida en invierno son las mejores del país) y el trato directo y abierto de la gente compensan
el salvajismo de esta Cataluña que quizá sea la menos reconocida como tal a los
ojos de un forastero. Como me ha pasado a mí mismo cuando la he empezado a
recorrer. Y no me ha molestado en absoluto. Más bien al contrario, me
reconforta.
4 Una isla de Ambientillu
MAnorca, AScolta |
Se trata de una isla de verdad: Relájense y saquen la
crema solar, nos vamos a Menorca. Decenas de miles de barceloneses piensan
que Menorca es una prolongación natural de las playas del Bogatell o la Nova
Icària. De hecho, es mucho más factible encontrarlos en Cala Pregonda o
Macarelleta que en la Barceloneta. La profusión de vocales súperabiertas en las
playas menorquinas confirma que se trata, al menos un par de meses al año, de
un territorio barcelonés. Y si bien Barcelona es tan poco catalana que no llega
a conformar un auténtico ambientillu
en sí misma, los barceloneses que van a Menorca sí que consiguen con su
colonización hacer que Ciutadella o Mahón parezcan barrios de una Barcelona que
ya nunca podrá ser. Limpia, tranquila, amable y realmente mediterránea. Y
disfrutada por sus habitantes. Menorca es maravillosa. Es tan cuquis que deslumbra. Perfecta para
ir en familia o en parejita, puede ser uno de los lugares más mortecinos si
quieres un mínimo de juerga con amigos. Por eso los guiris cutres van de
borrachera y paella a Barcelona mientras los barceloneses tienen que ir a la
playa y a comer caldereta a Fornells. Todo muy lógico. En una ciudad que se
llena la boca diciendo a todo el planeta que es mediterránea, tienes que coger
un avión para poder disfrutar de un paseo tranquilo
junto al mar por calles agradables
llenas de barceloneses como tú en lugar de hordas de extranjeros vestidos de
colores pastel.
Durante nueve años en Madrid
nunca oí nada sobre Menorca. Menorca no existía para mí más allá de la
mayonesa. ¿O hay que decir mahonesa? Qué tremenda e irresoluble disyuntiva
gastronómica. Habrá que preguntarle a la directora de la biblioteca de Gerona.
Piensen que Madrid es una ciudad con gente tan obsesionada con la playa que es
capaz de hacerse 1.000 km
en un fin de semana para pasar más tiempo en los atascos radiales que sobre la
toalla... Y sin embargo, Menorca no existe para los madrileños. Ana Belén tiene
una casa en Mahón envuelta en una polémica urbanística sobre construcciones
ilegales en la isla, Mercedes Milá también y en la misma urba. Y es que el progrerío madrileño izquierdoso-glamuroso es muy
pro-catalán. Hasta José Coronado
protagonizó un anuncio televisivo para promocionar Gerona. High Class. La calle de Menorca en Madrid está al lado de la
estación de metro Ibiza. Sales de Ibiza y llegas a Menorca, en una zona muy
agradable junto al Retiro. La de Mallorca, sin embargo está un lugar algo más
desangelado de la capital del Reino. Pese a su peor situación en el callejero
de Madrid, Mallorca sí que suena en Madrid, tanto como Marbella o Jávea, por poner
ejemplos que atraen a madrileños de la misma alcurnia. High Class pero no tan izquierdosa. Sin embargo, Menorca, toda ella
playas y calas variadas y verdaderamente bonitas, no suele estar en el ideario
costero del madrileño común. Aunque Ana Belén vaya de súper castiza nacida en
Lavapiés, al final veranea en Menorca y no en Gandía, no nos engañemos. Misterios
de la vida española. Quizá la anteriormente referida musiquilla de vocales
abiertas en esas playas mantiene alejados a los madrileños comunes... O el hecho de que sea tan, tan, pero tan cuquis y
tranquila. El madrileño al final necesita siempre un poco de “ambientullu campechanu” y algo canalla.
Nueve años en Madrid sin oír
hablar de Menorca y no hicieron falta ni nueve días en Barcelona para que Pili, una compañera de mi primer trabajo catalán se presentase un lunes en el trabajo con
una ensaimada. Menorquina, que conste, no mallorquina. Es importante reconocer el
hecho diferencial entre ambas ensaimadas. Era febrero:
- ¡Qué gusto Menorca este fin de
semana por favor! – Pili se relamía el lunes a la hora de la comida en la
cantina del IKEA. Había terminado su plato de albóndigas suecas y rebañaba de
la cuchara los restos de tarta “Almondy”. Luego hemos sabido que ambos
productos contenían restos de caca - ¿Os apetece un poco de ensaimada que he
traído para el café?
- ¿Y qué has hecho allí con el
fin de semana de perros que ha hecho? Aquí no ha parado de llover – podía haber
preguntado cualquiera de la mesa ataviado con su correspondiente polo amarillo pollo
mientras acababa alguna de sus raciones de caca diarias.
- Nada en especial, allí ha hecho
malo también, pero como Pau tiene casa allí, con la tarjeta de residente nos
sale más barato ir que quedarnos en Barcelona. Sólo estar allí, me da una
energía increíble, es que Menorca tiene algo que, no sé... Un día quizá nos
planteemos irnos a vivir a Menorca, Pau y yo...
Y así fue como tuve mi primera
noticia del éxtasis que producía el mero hecho de nombrar esta isla de ambientillu tan catalán en esta orilla
del Mediterráneo. También fue la primera vez que pensé que los catalanes
también podían ser unos jetas, por lo
de la tarjeta de residencia. Es fraude, vivían en Sarrià, no en Alaior.
Para acabar de hablar de Menorca
me apetece hacer algo que me legitima como catalán
bien. Me hace ilusión. Una vez vi cómo la tertulia matinal de Elena Melero
en Els Matins de TV3 acaba siendo una especie de competición entre los
invitados (todos gente bien, no
estaba Empar Moliner en ese momento) contra la propia Melero para ver quién
conocía la cala más recóndita de la Costa Brava, la más secreta, la de aguas
más cristalinas, la menos concurrida y la más exclusiva. La más High Class, en definitiva. Yo disfrutaba
de este debate tan burgués y frívolo y recordaba cuántas veces he asistido a
conversaciones sobre calas de Menorca en las que todo el mundo se pregunta en
cuáles ha estado y en cuáles no, y siempre hay algún listillo que te recrimina:
- ¿¡Que no estuvisteis en Cala Tal ni en Cala Cual?! ¿Cómo se os ocurre ir en domingo en pleno agosto a Cala Pascual? – pónganle el tonito
correspondiente - ¡Es que no me lo puedo creer! ¿Para eso habéis ido a Menorca?
Yo también puedo hablar de las
calas de Menorca, las conozco casi todas, he ido a Menorca tres veces al año
durante cinco años... Por trabajo, nunca de vacaciones. No tengo ni tarjeta de
residente ni casa ilegal pero he recorrido la isla de arriba abajo, los
andaluces sabemos combinar muy bien el trabajo con la vidorra, ya saben. Esto
me ha permitido integrarme en este tipo de conversaciones y parecer un
barcelonés bien más.
Mi cala favorita de Menorca es...
¡Ay! Disculpen pero creo que al
final haré como en el programa de la Melero, que no las decían para que
siguiesen siendo súper secretas. Y súper suyas. Súper mía.
El ambientillu 1714
Como verán, me extiendo
infinitamente más para hablar de islas de ambientillu
que de los ambientillus troncales
y principales. Me sabrán disculpar, pero a estas alturas ya se habrán
dado cuenta ustedes de que siempre me interesa más lo alternativo que lo
oficial. Ya desde pequeño, que me interesaba Cataluña en el contexto español.
Raro, raro... Por eso con el 1714 me entran más ganas de visitar todos
los sitios de arquitectura borbónica de Cataluña que cualquier conmemoración
con políticos en el Centre Cultural Born. Y no voy mal encaminado, vivo en la
Barceloneta, escribo en Cervera, he visitado en Castillo de Sant Ferran de
Figueres y también he estado en Sant Carles de la Ràpita... ¿qué me queda? Poca
cosa, supongo... ¡Ah, sí! Visitar el Parlament de Catalunya, que tiene sede en un bonito palacio militar borbónico... irónico.
Casa del Porró, Barceloneta borbónica |
Qué gracia lo del Tricentenario y
los niveles de tontería a los que se puede llegar. Isabel es la responsable de
la Casa del Porró, una casa original del barrio de la Barceloneta, la única que
queda tal cual tenía que haber sido el barrio antes de que empezarán a añadir
pisos hacia arriba y a partirlos en mitades y en cuartos de casa. Hace poco que
ha reabierto rehabilitada como centro cultural para el barrio en el que
precisamente se explica la historia de la Barceloneta, guste o no, íntimamente
ligada al triunfo de los Borbones en 1714. Qué le vamos a hacer. La cuestión es
que en la inauguración del Centro Cultural Born, Isabel se presentó a alguno de
los responsables del bastión identitario catalán situado en el barrio con menos
identidad de toda Cataluña pero que nos avanza la que le espera a Barcelona. Había pensado que quizá podrían colaborar de alguna
manera, David y Goliat. La casa de la Barceloneta no tiene ni página web. La
respuesta que recibió fue de lo más tendencia
en los tiempos que corren:
- No sé en qué podríamos
colaborar, es que vosotros sois borbónicos.
Ay qué risa tía Felisa. Pregunten
a mis vecinos lo que piensan de la monarquía a ver qué burrada les sueltan. Porque
finos no son los de la Barceloneta precisamente, ni monárquicos tampoco. No es un caso aislado además
lo que les cuento. Un universitario de Cervera me cuenta que cuando estudiaba
en Barcelona y decía que era de Cervera la típica bromita que siempre tenía que
tragarse era eso mismo, “aaaah, de Cervera, hosti, tú, allí sois borbónicos”. Como cuando a mí me dicen
que tengo que ser gracioso indefectiblemente por ser gaditano.
Pues nada,
gracioso y por partida doble borbónico aquí me tienen: brindo por Cervera y por
la Barceloneta. Las ventanas del edificio de la Universidad de la capital de la
Segarra son calcadas a las de la casa del Porró.
Chin chin por ti, chin chin
por mí.
¡Viva la República Catalana!
---------------
Gràcies per llegir-me
segueix-me al twitter, vaaaa
Comentarios
Publicar un comentario