BARCELONA 0 - MÁLAGA 1
Vista de Málaga desde la Montaña de Gibralfaro. A la izquierda, la Malagueta. |
El resultado del partido del
sábado 21 de febrero ha reavivado en mí algunas coincidencias y anécdotas muy
particulares que relacionan ambas ciudades en mi masa cerebral dividida en dos
hemisferios: el andaluz y el catalán.
¿Qué tienen en común Málaga y
Barcelona? A priori, creo que pocos barceloneses o malagueños serían capaces de
encontrar nada destacable más allá del partido del sábado, que aún es reciente,
o de cuestiones de índole personal: seguro que más de un lector catalán ya está
pensando en su familia o conocidos de origen malagueño (si es un catalán de
Cornellà, seguramente familia, si es un catalán de Sarriá, seguramente
conocidos).
Les presento a continuación
algunos curiosos aspectos de secreta complicidad entre ambas urbes
mediterráneas. Les advierto que son de cosecha muy propia, les gusten o no, las
comparto desde mi universo más personal. Prueben a escribir en Google entrecomillando
“Barcelona y Málaga” y verán que sólo les aparecen enlaces a vuelos, billetes
de tren y el partido del sábado. Poca sinergia a priori pues entre las dos. Sin
embargo, yo quiero resaltar para comenzar justamente su condición de ciudades a
la orilla del mismo mar y que habrán comerciado entre ellas desde los tiempos
del los Consolats de Mar, en la época de esplendor de la Corona de Aragón por
el Mare Nostrum. Compartir mar y una
latitud parecida las une también en sus numerosos episodios de pegajoso
bochorno veraniego, cotas de humedad relativa nocturnas que impiden dormir por
mucho que se abran las ventanas y el consiguiente uso recreativo de las aguas
por numerosos y pegajosos turistas del centro y norte de Europa. Hasta aquí,
podríamos hacer un trío con Alicante o incluso una orgía con Gandía o Salou.
La Malagueta al entrar el S.XX |
Tierra adentro, llega la primera
casualidad genuina: el barrio que se asomaría a recibirnos en ambas ciudades si
llegamos por mar tiene la misma forma triangular y se encuentra en la misma
situación geográfica: a la derecha
del puerto en los planos. Lo más divertido es que ambos comparten toponimia: La
Barceloneta y la Malagueta son los barrios marineros y playeros de Barcelona y
Málaga. Las coincidencias no terminan aquí, y es que los dos barrios han sido
sede de Plazas de Toros, merenderos e industrias. Nada de todo esto sobrevive
ya excepto la propia Plaza de Toros de Málaga. Las fotos de las chimeneas de
ladrillo despuntando sobre los edificios de la Málaga de principios del S.XX
nos hablan de una ciudad que, algo bastante desconocido en Cataluña y en
general, fue toda una promesa de capital industrial andaluza.
Málaga desde los Montes |
Dejemos los toros, la playa y las
industrias y veamos Barcelona y Málaga ahora a vista de pájaro. Como si
fuésemos gaviotas que precisamente
despegan de las arenas sus barrios marineros, divisaríamos ante nosotros dos
ciudades nacidas junto al mar y desparramadas por su llano hacia arriba, buscando
elevarse y encaramándose en las montañas que las rodean y las bloquean.
Barcelona rasca las faldas de Collserola y Málaga serpentea por los barrancos
de la sierra que lleva precisamente su nombre como apelativo, los Montes de
Málaga. Estas montañas se disponen como un anfiteatro que rodean las dos urbes,
asegurando una excelente concentración de contaminación atmosférica en los días
calmos de anticiclones otoñales o invernales. Cuando la calma da paso a vientos fríos y secos
del interior, son también estos macizos los que hacen que tanto en la ciudad
andaluza como en la catalana se pueda estar paseando al sol en mangas de
camisa, mientras que en menos de veinte kilómetros sierra adentro, las
temperaturas puedan ser entre cinco y diez grados inferiores.
No sólo las montañas meten en
cintura a Málaga y Barcelona, las dos ciudades tienen también dos ríos cuyos
surcos son los ejes principales de comunicación con el resto del universo no
costero. Besòs y Llobregat, Guadalhorce y Gualdalmedina, nombres de ríos que
dejan claro qué pueblos se encargaron de nombrar las tierras sobre las que se
asientan. Desde luego que ambas ciudades se alargan de manera prolongada por su
costa aledaña a base de hoteles, polígonos, bloques de los sesenta y adosados
de los dosmiles. Esto no es ninguna
similitud significativa, cualquier ciudad costera tiende a invadir la costa que
la limita a ambos flancos de su ser, pero si les digo que ambas ciudades
comparten además carretera y autopistas de peaje costeras, la unión se hace por
la directa: Si salen de Barcelona por Plaza España, Creu Coberta, Carrer de
Sants y siguen siempre recto, llegarán a Málaga por la N-340, ese particular
hilo de Ariadna de las ciudades mediterráneas ibéricas. Y si quieren ir más
rápido, tanto en una como en otra tendrán que pagar el peaje de la AP-7.
Hablando de costas... Volaba yo
de Barcelona a Málaga en una ocasión, debía de ser el 2006. Volar es mucho más
rápido que la AP-7 y mucho más barato. Viajar en avión se ha convertido en el
transporte de los pobres, se diría. Si no tienes tiempo ni dinero, vas en
avión. Si tienes dinero pero no tiempo, coges un AVE. Sólo y exclusivamente si
dispones de tiempo y de dinero... Qué gusto recorrer la ribera del Mediterráneo
en coche íntimo y privado, a tu ritmo, tu temperatura y tu música. No era el
caso como digo, aguanté como pude la hora y cuarto de vuelo en mi sillón del
pasillo, a mi derecha un padre y un hijo, catalanohablantes y trajeados, para
que me entiendan raudos como el vuelo de un avión, no tenían aspecto de vivir
en Nou Barris o el Poble Sec. Apenas hablaron durante el trayecto, pero pude
entender que sólo harían escala en Málaga para continuar en otro vuelo a
Melilla. Siempre que recuerdo a estos señores me pregunto qué diablos irían a
hacer a Melilla. Al aparecer frente a ellos a través de la ventanilla la costa
malagueña, hacia el oeste, la Costa del Sol, el padre le deja caer al hijo,
despectivo:
- Ya ves que aquí la Ley de
Costas se la pasan por el forro – y ríe
condescendiente.
No pude evitar sentir ese
cosquilleo nervioso que siento siempre en el estómago cuando cierto tipo de
catalanes que se creen superiores socialmente a los andaluces en general
manifiestan opiniones sobre mi tierra basadas en tópicos siempre bien recibidos
entre su casta pudiente y burguesa. Me contuve de decir que días antes El País
había publicado el índice de construcción de la línea de costa por provincias y
la número uno de toda España era Barcelona. Supongo que este señor consideraba
que la interminable ristra de urbanizaciones frente al mar del Maresme no
contaba como adefesios urbanísticos porque al fin y al cabo casaban más con su
estilo de vida. Calafell y Cunit ya serían otra cosa.
Más ignorante aún, al ver la
terminal del aeropuerto de Málaga desde el aire, el señor siguió instruyendo a
su hijo en el desprecio y la altanería:
- Ah, mira, es pequeño el
aeropuerto, no debe de tener mucho tráfico pero bien que lo amplían a base de
subvenciones.
El aeropuerto de Málaga es el
cuarto en tráfico de todos los de AENA y, como el de Barcelona, se amplió
durante el BOOM económico por las perspectivas de mayor tráfico y la saturación
de las instalaciones existentes. Pero es que además de un gran aeropuerto,
Málaga tiene en su aglomeración casi un millón de habitantes, dos líneas de metro,
un parque tecnológico, una importante universidad, una vibrante vida cultural...
Nada que no tenga Barcelona, faltaría más, pero mucho más de lo que quizá
muchos barceloneses piensen cuando escuchan su nombre en estos días, sólo
asociado a una derrota futbolística del Barça, la Roja de Cataluña. Y como el
mundillo del fútbol me produce bastante repugnancia, quiero cerrar esta
reflexión sobre Málaga y Barcelona con un hecho de índole cultural que las une
fuertemente, y que las proyecta universalmente: junto con París, fueron
ciudades madre y madrina de Picasso, fuente de inspiración y a día de hoy sedes
de importantes museos en torno al pintor. Esto sí es para enorgullecerse y no
las estúpidas victorias o derrotas recurrentes del deporte que la tele administra
para atontar a las masas andaluzas o catalanas.
Eso sí, el 0-1 del otro día... Mi
sangre malagueña se lo quiere dedicar al señor del avión. ¿Qué collons iría a hacer a Melilla?
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