LA MADRASTRA ROJA (aperitivo del capítulo sobre MADRID)
"Ven a
mí, aquí lo tienes todo, hijastro mío. Yo te otorgo carta de madrileño y te ofrezco
trabajo y mala vida, autopistas y trenes de alta velocidad en forma de
tentáculos que te llevarán desde la
Puerta del Sol hasta cualquiera que sea tu pueblacho de
mierda. ¿Qué se te ha perdido allí? Los pueblos son vejez, decadencia,
antiguallas, no hay Mercadona, el campo no tiene futuro, ya me encargo yo. Sé
que te pongo enfermo pero te molo porque soy roja y el rojo es atracción,
seducción, excitación, deseo, eyaculación. Adicción. Soy roja fuego, roja
pasión, rojo encendido, rojo agresivo, rojo vivo, rojo abrasador, ven a mi
calor. Quémate conmigo y fúndete con todos mis hijastros, dadme vuestra sangre
de la que yo me alimento"
Viví
nueve años de mi vida en
una ciudad enrojecida y casi no me acuerdo, o no me quiero acordar. Es una
ciudad de ladrillos rojos y está siempre encendida, desparramada desde las
últimas estribaciones del Sistema Central hasta las yermas tierras del Bajo
Manzanares. En esta metrópolis injertada y abonada en el erial, los paisanos
del Quijote se han mezclado hasta la casi total disolución con gentes de toda
España, hasta el punto de ser un lugar prácticamente sin identidad, una especie
de brutal espejismo rojo en medio de la nada que sólo ella señorea: el interior
de la península Ibérica alberga densidades de población comparables a las de
Siberia. Incluso
existe una gran comarca conocida como la «Siberia extremeña». Si la ciudad roja
no estuviese aquí, Castilla sería una Siberia del Sur. [A1]
La parte positiva de esta inidentidad
es que, como siempre se dice, cualquiera puede sentirse acogido enseguida en
esta villa que, aunque también es corte, hace gala del compadreo y del campechanismo, consiguiendo que el trato
entre sus variopintas clases de españoles se parezca mucho más al del ambiente social de Sevilla que al trato
que dispensan los segovianos, pese a distar cinco veces más de la capital
andaluza que de la ciudad del acueducto. La parte negativa es que pocos la
sienten suya, pocos la quieren de verdad, pocos se preocupan por su escala
humana. Casi nadie la elige por lo que ella misma es: puedes aterrizar allí con
dieciocho años para estudiar la carrera y luego quedarte atrapado para siempre.
O llegar con veintisiete a currar de becario y a malvivir mientras la morriña te
adormece cada noche recordando tu bucólico paisaje norteño natal, antes de dormirte en un piso compartido
de fuera de la «almendra» central. Quizá llegaste huyendo de tu opresivo
ambiente local del que —como con la edad aprendemos— en realidad nunca
conseguirás desconectar. Esta ciudad puede liberarte a corto plazo, pero
también encarcelarte para siempre. Puede ser venenosa e intravenosa.

La Madrastra
Madrid.
será mi pirmer libro,
27 de enero
¡haz me gusta aquí para estar
loro!
esta para el culo yo pedi una breve carta apelativa no un sermon y lo lei con mi hijo y es re zarpado yo quería ver porno al menos gil de goma me llamo Sergio Luis Budi y tengo 31 años y vivo en escobar en el barrio mataderos en la calle san isidro 2010 a y voy a buscar información sobre ustedes y los voy a matar yo me drogo jajaja van a morir giles de goma les va a caber el plomo
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