LA JAULA DE LOS OLIVOS (publicado en Diario de Cádiz)
En una esquina del barrio de rascacielos de La Haya hay una alegoría. En la esquina que forman las calles Korte Vorhout y Prinsengracht hay una metáfora de vidrio laminado, tierra, troncos y hojas verdeplata. El tranvía 17 sale de la estación central hacia la casa de mis amigos españoles que desde hace años van y vienen entre España y Holanda. Los recuerdos y la familia bajo el sol. El trabajo, los hijos y la casa, aquí. Cubiertos por brumas bajas, las mañanas no son aquí tan frías como en el León natal de mi amiga Natalia. Pero sin duda faltan la luz y el ascenso térmico del mediodía. En La Haya los días transcurren de manera más gris y melancólica que en el país del sol y del jaleo y del jaleo bajo el sol. Y más tranquila también. Más pausada, cívica y racional.
La esquina de cristal es fría e imponente, perfecta en su simetría y en su panorámica desde las perfectas calles que la flanquean. Ciclistas, coches y peatones van y vienen paciente y armoniosamente como los ex-pats ( de "expatriados", así se denomina a esta suerte de emigrantes de luxe ). Natalia, Jaime, Carlos, Xavi, Mónica, María "la bastetana"... basculan entre la montañosa España y los Bajos Países: sin entorpecerse el paso ni el ritmo, en una fiesta del civismo ciudadano vetada a los españoles. Jaime incluso dice que ni sabe donde está el claxon de su coche. No hay ruidos innecesarios en Holanda.

Será mi primer libro,
27 de enero
¡haz me gusta aquí para estar loro!
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