SE VENDE COMUNIDAD AUTÓNOMA (Mi historia valenciana)
1. Primer despertar en el Levante

Lo primero que vi de la Comunidad Valenciana
fueron unas llamativas esculturas que flanquean la A-7 , circunvalación de
Valencia, en su tramo norte. Iba de viaje de fin de curso con 17 años hacia
Italia y habíamos dormido la primera noche en el autobús tras salir de Cádiz el
día anterior. Recuerdo despertar, excitado, sin saber por dónde podíamos ir, el
paisaje del amanecer levantino y el pasaje adolescente aún en silencio.
Introduje mi cabeza entre la cortinilla y la ventana para ver qué había fuera y
vi esos arcos de colores muy vivos que crean una especie de túnel simulado
justo antes de enlazar con la salida norte de Valencia camino de Cataluña. Me
pareció muy moderno, muy chocante. No comprendía qué sentido tenían esos
semi-arcos de colores, no había visto nada así en Andalucía, de donde apenas
había salido. Era el año 1993 y sentí que aquello era síntoma de que estábamos
en zonas “más avanzadas” de España. En la Andalucía de los ’80 en la que me había criado el
complejo de retraso e inferioridad aún se llevaba bastante interiorizado. Relacioné
aquellas estructuras de colorines con el pico de Curro, la mascota de la Expo ’92 de Sevilla, curioso
referente de las ilusiones y orgullos de un niño andaluz de la época.
Hasta el momento de esta colorida
visión, Valencia había sido para mí paella, Fallas, naranjas, Benidorm y poco
más. La tierra de las flores, de la luz y del amor, en definitiva. El topicazo.
De pasada hacia Italia, aquel montaje, inútil para un adolescente, añadió un
punto de extrañeza y modernidad, pero poco más. Durante mis años de estudiante
en Madrid, los ’90 yo siempre bromeaba con un proyecto de terrorismo geográfico
que llamaba el “Golfo de Extremadura” y que básicamente consistía en hundir
Valencia y La Mancha
en el Mediterráneo. Esta fantasía habría permitido cultivar naranjos en
Aranjuez y un clima mucho más llevadero en Madrid, además de playas en Mérida o
acantilados marítimos en Despeñaperros. De manera que no debía de gozar de mi
estima esa zona de España. La
Mancha era esa llanura interminable que tenía que atravesar
para ir a Cádiz en autobús en mi época de estudiante y que lo único que
aportaba al viaje eran horas de sopor. Valencia, durante mi período estudiantil
en la capital, empezó a parecerme una especie de Madrid cutre con playa donde
todos los madrileños iban a bañarse de manera descontrolada, sufriendo atascos,
masificación y borreguismo. Oía que te podías encontrar en Gandía a los vecinos
de Alcorcón paseando por el Paseo Marítimo y pensaba “pues vaya mierda de sitio
para ir de vacaciones”. Como gaditano, la idea de playas atestadas de bloques,
tráfico y gente y además con el agua calentorra no me resultaba nada sugerente.
No me gustaba. Y encima la paella
tampoco es que me volviese loco.
Como contrapunto, estaban
“Presuntos Implicados” un grupo cálido y elegante, algo empalagoso también, que
me encantaba. Ellos eran valencianos y siempre reivindicaban la “luz de
Valencia” y otros lugares comunes. Dieron un concierto en el Palau de la Música de Valencia a
principio de los ’90 en el que hacían un dúo con una rutilante estrella
norteamericana del momento, Randy Crawford, interpretando un tema del taquillazo
que inauguró la década, “Pretty Woman”. Todo esto me fascinaba. Como si se
tratase de un destello a lo Broadway en la capital del Turia, de gran ciudad
culta y glamourosa, Valencia y este edificio me producían más interés de la
mano de los “Presuntos Implicados”. Y era así que la situaba, bajo mi óptica
juvenil y desconocedora de factores económicos o mercantiles, como la ciudad
que venía después de Barcelona en el rango de ciudades españolas.
Fui a visitar Valencia por
primera vez desde Madrid un puente de mayo del año 2000 y lo que más recuerdo
es un casco histórico abandonado y la
playa de la Malvarrosa :
el mar estaba infestado de alcachofas, coles, compresas, ruedas de bicis y de
todo lo imaginable que un seco cauce huertano pudiese arrojar al Mediterráneo
tras un episodio de lluvias fuertes.
Seguía sin gustarme.
2. El gaditano que hablaba catalán con los valencianos.
La vida puede ser irónica y como
no quería sopa, me sirvió dos buenos tazones cuando en 2004 empecé a trabajar
para una empresa de las más representativas de la Comunidad Valenciana.
Yo ya vivía en Barcelona y, sin esperarlo, el Mediterráneo, los campos de
naranjos de Castellón, Marina D’Or, la
AP-7 , las fábricas de cerámica de la Plana y las esculturas
semicirculares de colores flanqueando la autopista se entrelazaron con mi
camino. A saco y por el Corredor Mediterráneo mi vida empezó a girar en torno a
Valencia.
Se gestaba el boom inmobiliario y
la ciudad ché estaba en plena efervescencia. Allí estaba yo, andaluz, escaldado
de Madrid y voluntariosamente catalanizado, arriba y abajo del MED, del EuroMed.
Y de la autopista del Mediterráneo. Podría hacer el trayecto de Barcelona a Valencia en coche con los ojos cerrados.
Me encantó comprobar que en la
sede central de la empresa en Tavernes Blanques, en la
Horta Nord de València, todo el mundo hablaba
valenciano y me faltó tiempo para hablar con ellos en catalán. Así aprendía más
del catalán, nuevos acentos y cómo lo hablaban por esos lares. Cuando escribí
un e-mail a una de mis compañeras en catalán se excusó porque no me podía responder
en valenciano, no lo sabían escribir. Y se emocionó porque era el primer texto
en catalán o valenciano que había visto nunca en toda su vida trabajando en
aquella empresa. Yo no me lo podía creer: ¡había tenido que llegar un gaditano
desde Barcelona para que se escribiese un texto en catalán en una empresa donde
todo el mundo lo hablaba entre ellos!

Ahora, para aligerar la hipoteca
hemos sabido que la Generalitat
Valenciana saca a la venta todo el Patrimonio Público con el
que deslumbró a los valencianos durante los espejismos del Boom.
Se vende Comunidad Autónoma,
VALENCIA SE VENDE.
GRANDES DESCUENTOS EN AEROPUERTOS
SIN AVIONES.
¡COMPRE SU CIUDAD DE LA LUZ ! Razón en el Palau de la Generalitat
Valenciana.
Adquiera YA su gestora de FÓRMULA
1 y benefíciese de Descuentos en la
compra de Universidades.
¿NO DA CRÉDITO? PARA MUESTRA, 1
EURO: 1€ ha pagado Caixabank por el Banco de Valencia.
Qué pena que en Cataluña estemos
ahora tan mal, sería buen momento para comprar Valencia y hacerla pasar por fin
por el aro de los Països Catalans, a golpe de talonario.

Fui testigo de un recalentamiento
urbanístico y mental que hacían que cada vez que iba a Valencia me disgustase
más lo que allí veía. Desde la planta 5 de El Corte Inglés de Avenida de
Francia, donde a menudo tenía que ir por mi trabajo, la vista de la Ciudad de las Artes y de
las Ciencias era espeluznante. Ese horrible esqueleto de dinosaurio blanco y
vacío, rodeado de obras y más obras y de bloques de pisos que se compraron por
30, los vendieron por 100 y ahora los que los compraron por 100 para venderlos
por 150 no recuperan ni el 50% de 100. Locura, baile de cifras. Y el
dinosaurio, a punto de sucumbir a su particular era glacial: Parte de la
propiedad de la Ciudad
de las Artes y de las Ciencias también está en venta.
¡COMPRE AHORA! ¡PRECIOSO
CALATRAVA EN VENTA! Loft diáfano, museo vacuo, frívolo y sin contenido, luminoso,
muchas posibilidades. Todo lo vacuo, frívolo y sin contenido tenía muchas
posibilidades en la Valencia
que yo conocí. Una Valencia con mucha luz en el cielo pero nada luminosa
urbanística y políticamente.
Siempre había que hacer algo más
grande que lo preexistente: Norman Foster diseñó en la zona de expansión urbanística
de la pista de Ademuz un discreto y elegante Palacio de Congresos que enseguida
fue fagocitado visualmente por una megaescultura en cerámica azul de la
DAMA DE ELCHE, ¡qué leche! El propio dino-espantajo
de Calatrava fue en pocos semestres superado en altura y vigor por el
megapuente (sobre un cauce seco y drenado…) de la ronda sur y de la línea 2 del
metro ligero. Más alto, más grande, más, más, más.
Valencia era una orgía de
maximalismo. Cuando conducía por sus avenidorras, al rodear sus rotondas de
diámetros vaticanos, yo siempre pensaba jocosamente: “En realidad, Valencia es
la ciudad más grande del mundo pero el mundo aún no lo sabe”. Copa América, Edificio
Veles i Vent, la Fórmula
1. Un día fui de paseo por el puerto y aquello era todo cemento, cielo, mar y
vacío. Y era cuando supuestamente estaba funcionando. No quiero ni pensar la
herida abierta que los valencianos deben de tener allí ahora. Gracias a la
crisis se ha salvado el Barrio del Cabanyal, que era la próxima ¡boooooooomba!
especulativa que urdía la
Barberá.
Una compañera de trabajo,
sevillana y pijilla, que había ido a estudiar a Valencia un máster de
fotografía, me regaló una de las frases más sevillanas que he oído en mi vida y
fue lo que su tío le dijo sobre la ciudad antes de dejar Sevilla: “En Valencia
hay dinero pero muy poco ‘señorío’” Solo
había que mirar el esperpento cotidiano en el que vivía la ciudad para entender
a este señorito sevillano. Sevilla idolatra su casco histórico y lo mima con
devoción y fervor e incluso ha conseguido que su propio esperpento sea
reconocido más como toda una cultura, una estética y un estilo de vida.
Comparando ambas “terceras ciudades españolas” yo pensaba que los valencianos, que no paraban de construir en las
afueras nuevas copias de nuevas Valencias,
cada cual más fea, mientras abandonaban su Ciutat Vella, debían de ser un poco
desalmados.
Los catalanes les molestaban mucho
en aquella época con el Estatut y los valencianos se apresuraron a borrar del
suyo todo rastro de la palabra catalán para referirse a la lengua que hablaban
en mi oficina y que es la compartida con sus hermanos del norte.
¿Hermanos? ¡Fratricidio!, ¡BOOM!
¿Quién dijo que somos hermanos de los catalanes?

¿qué fue de las flores, de la luz
y del amor?
Los valencianos SE VENDIERON a
cambio de ladrillos rellenos de €€€ envenenados. Y cuando yo, por fin pasé un
día con el coche junto al Palau de la Música Valenciana , pensé que
era pequeño, ridículo e insignificante comparado con todo lo que había visto yo
en esa ciudad chutada de botox y silicona urbanística de gran calado. La España de los ’80 frente a
la de los 2000. Presuntos Implicados frente a David Bisbal.
4. Un nuevo rayo de luz valenciana


Este reportaje sobre empresas y
proyectos sostenibles y de bien común de la Vall d’Albaida me ha emocionado recientemente y
me ha hecho albergar esperanzas de que podemos hacer cosas a pequeña escala
mientras a gran escala nos siguen jodiendo desde los mercados y las megacorporaciones
financieras.
Celebro que, después de todo lo
que he escrito sobre la Comunidad Valenciana ,
estas iniciativas y estas chipas de alegría vengan también de allí. Y ojalá los
valencianos empiecen a derribar el muro que levantaron con sus hermanos del
norte y empiecen a construir un futuro menos descontrolado para sí mismos. No
harán falta ladrillos, pero sí mucha voluntad.
-------------------------------------------------------------

Si quieres leer sobre CASTILLA, pincha aquí
Si vols llegir sobre CATALUNYA i ANDALUSIA, pincha aquí
(en castellano, pincha aquí)
Si no aceptas que ESPAÑA se lo monta muy mal, pincha aquí
Hola Javier, es la primera vez que te leo, y te doy la enhorabuena por el excelente retrato que has hecho de "esta nuestra Comunidad". Yo me he criado aquí porque mi familia, manchega, se vino del campo buscando un futuro a la "civilización". Y viendo lo que vemos, dan ganas de volver...
ResponderEliminarUn saludo, y muchísimas gracias por compartirlo :-)
Et felicito. Soc català, pero fill de pares de Castellà i al parlat dels que no sabien escriure el català has mostrat la desgraciada realitat que alguns politics com el ministre Wert voldrien que continuesin per sempre.
ResponderEliminar