FUNCIONARIOS (publicado en Diario de Cádiz)

Pronto hará dos años que Diana obtuvo su plaza de funcionaria en Cádiz y que yo encontré el trabajo que sigo desarrollando en el sector turístico en Barcelona, en una empresa privada. Recuerdo que fue un momento tan bonito, me alegré tanto por mi amiga gaditana. Ambos encontramos algo a lo que aspirábamos, para lo que nos habíamos preparado y que nos aportaba confianza y tranquilidad en esta época de total incertidumbre laboral. Diana entró a formar  parte de esa “élite” que en Cádiz se considera a los funcionarios, en Andalucía en general: una auténtica clase social en nuestra tierra, media-alta incluso, pese al varapalo al que están siendo sometidos para que ellos paguen los abusos de sus empleadores (entre estos abusos la excesiva cantidad de empleo y gasto público al calor del boom) . Yo puedo decir que conozco a mi amiga y que ella es consciente de lo que significa ser una servidora pública y no un robot de ir a tomar cafés y quejarse del “público”. No es el “público”, es el Ciudadano. No van a sus oficinas para ver como se conectan al facebook sin preocuparse de la lista de espera, no. Ni siquiera van por gusto porque la mayoría de las veces, francamente, da asco verles las caras. Van porque tienen necesidades que vosotros, sus servidores, tenéis la obligación de solventar con total diligencia. Desde luego que si tampoco se dan las condiciones para hacerlo, si los jefes ya ni aparecen por la oficina y se cogen baja  el viernes y días personales cada lunes, debe de ser fácil caer en la baba pegajosa y mortecina que te paraliza mental y personalmente como ser humano. Las horas que pasas allí, solo, claro, porque luego no veas lo bien que se vive en Cádiz con un sueldo de funcionario ¿eh? Que si tu terrasita, tus viajesito a Madrid a ver un musical, una escapadita con otros compañeros a Marruecos. Qué aproveche.

No hablo de cada funcionario individualmente, pero desde luego que como colectivo y por culpa de la tendencia especialmente marcada en Andalucía de crear empelo a golpe de empresa Pública, creo que serían la tercera pata que habría que amputar al “Estado del Malestar” en el que se ha convertido España: Primero, los banqueros; luego, los políticos podridos (o sea la mitad o más) y luego, los funcionarios improductivos, chupópteros y parásitos que además se mofan en la cara del Ciudadano al que sirven. Y que les paga el sueldo.

No voy a decir ahora que en Cataluña no haya funcionarios chupópteros. Mi amigo Jacobo, que hace ya 8 años que disfruta de su plaza aquí y se lo toma en serio, está tan asqueado que a veces desea pedir una excedencia (otro de sus privilegios que dan por hecho) para ver si cambia de vida y pasa de la plaza y de l’Ajuntament. Pero lo que sí es radicalmente diferente aquí es que no se fomenta la aspiración máxima a ser funcionario como cénit laboral y de desarrollo vital. Además de que, afortunadamente, nunca he tenido esa sensación que hay en Cádiz de que una oposición es la “única” forma de acceder a un buen trabajo. De hecho, solo tengo un amigo que está estudiando catalán a muerte para poder opositar a una plaza de bibliotecario público y es… de Linares, andaluz. Ojalá lo consiga. Seguro que sí.

Qué pena la situación de Cádiz, en la que la escasa oferta del empleo de calidad en la empresa privada aboca los gaditanos a esa especie de embudo laboral de las oposiciones. Que al final, son “de lo que sean”, sin potenciar las habilidades de cada ser humano, el luchar por lo que desea y encontrarlo en un entorno laboral estimulante. Y no es culpa de la crisis, siempre ha sido así. No tengo trabajo “para toda la vida” pero aquí en Barcelona tengo la impresión de poder encontar “buenos trabajos a lo largo de mi vida”. Y me moveré lo que haga falta para conseguirlos, soy un culo inquieto. Demasiado como para pasarme 2 años sentado estudiando oposiciones en una biblioteca.

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Javier